31/12/2022
Viaje a la tierra. ¿como disfrutan de la última noche del año?
La atmósfera me sorprende en cuanto entro en ella. Es respirable, agradable, con un punto tóxico de vapores exhalados por máquinas obsoletas. Puedo ver la tierra en todo su esplendor.
Había oído hablar de ella desde hacía años, sobre todo cuando mi abuelo me contaba historias. Y justo he caído en el centro de la península ibérica, no sé si con acierto o no. Lo llaman MADRID.
Me sorprende la forma de vestir de la gente, totalmente heterogénea, desde personas con suéteres anudados al cuello hasta los que se ponen ropas rotas.
Imagino que no se podrán permitir un pantalón completo. En mi hogar todos vestimos igual, es un aburrimiento terrible. La verdad, de entrada, esto parece algo más divertido.
Cruzan ante mí hordas de humanos alborotados, con vasos en las manos cuyo contenido no logro descifrar, muchos de ellos con una extraña prenda de cabeza de color rojo y blanca. Creo que he tenido suerte, debe de haber alguna gran celebración. La gente parece muy contenta y se dirigen como autómatas hacia un mismo punto de reunión. Antes de que mi indumentaria suscite sospechas busco una tienda de ropa para poder camuflarme entre los terrícolas.
El dependiente, un chico muy majo con algún problema en la nariz que parece tratar de solucionar con un aro inmenso que le cuelga como un moco metálico, me dice que ahora se lleva mezclar cosas random.
Sin entenderle muy bien, me he puesto unos pantalones, de pitillo me ha dicho, unas zapatillas de tela con una estrella y una camiseta con un ángel dibujado. Me dice que es del mejor grupo que ha existido en la tierra, un tal Led Zeppelin.
Me imagino que así todo el mundo me aceptará con agrado. Dice que parezco un heavy desfasado. Lo tomaré como un cumplido ya que el chico ha soltado una gran carcajada. Me encanta como ríen los humanos, tengo que aprender a hacerlo.
Cuando le pregunto qué se celebra hoy también se ha reído, pero al ver que lo decía en serio me ha dicho que es la fiesta de fin de año. Me cuenta que todos se dirigen a la Puerta del Sol, donde un reloj dará las campanadas que anunciarán el comienzo del 2023. Además, me dice que se tomarán las doce uvas.
Me imagino que estará bromeando, no concibo una costumbre tan extraña para celebrar un cambio de año. Ahora solo quiero dejarme llevar por la muchedumbre. Iré donde va todo el mundo y haré lo que hace todo el mundo. Para eso he venido, ¿no?
Mis padres me dijeron que solo puedo estar una noche aquí, así que debo aprovechar cada segundo.
Al integrarme entre la multitud, un grupo de tipos vestidos con ropa parecida a la que he comprado me saludan imitando unos cuernos con la mano y asienten con la cabeza con orgullo. Creo que estoy siendo aceptado por algún clan. Esto va sobre ruedas.
Además cuento con un as en la manga. Si necesito un techo donde refugiarme, mi planeta, VIVALTA, cuenta con agentes inmobiliarios que nos facilitan el alojamiento allá donde vayamos. Solo tengo que llamarles.
Estamos muy arraigados a varios planetas de la Vía Láctea, y siempre contamos con nuestros representantes de Vivalta donde aterricemos.
Tengo hambre, por cierto, y más aún, sed. Esta carcasa humana parece tener una serie de necesidades que en mi planeta se extinguieron hace milenios. Tal vez los humanos tienen ciertas dotes de clarividencia, ya que los tipos del clan me ofrecen un vaso enorme con un brebaje de color rojo parduzco. Calimocho, dicen que se llama.
Decido ir con ellos hacia la famosa plaza de la que el dependiente me había hablado y no puedo quedar más fascinado. Está abarrotada. Ellos me cuentan que cada año vienen aquí, pero siempre les toca verlo desde muy lejos.
Entonces se me ocurre una idea genial. Les pregunto si les gustaría poder verlo desde un sitio más cómodo y con mejores vistas. Ellos se echan a reír. Yo sigo sin aprender bien la forma de la risa humana, pero con este brebaje cada vez me resulta más fácil.
Decido llamar a la gente de VIVALTA en Madrid para que me consigan una buena ubicación. Y por arte de magia, un tipo calvo y con barba aparece con unas llaves y me indica la dirección del piso que me ha alquilado para contemplar el espectáculo del fin de año.
Obviamente, invito a mis amigos del clan que tan bien se han portado conmigo, a venir a mi apartamento. Ellos se miran incrédulos, pero me cogen por el hombro y me dicen que soy un tipo genial, raro, pero genial. Suena bien.
El apartamento es una pasada, con un balconcito desde el cual se ve toda la Puerta del Sol y su famoso reloj que acabará con el 2022. Uno de ellos me dice que esto es incluso mejor que ver la Nochevieja con Ramón García. Debe ser un humano muy importante.
¡¡Y de pronto suena un campanazo enorme!! Los tipos me dicen que ya está a punto y que tengo que estar preparado para las doce campanadas y tomarme las uvas con cada una de ellas. Al final va a ser verdad lo de las uvas. ¡Qué humanos más raros! Cuando lo cuente en Vivalta no se lo van a creer.
Y entonces, en un momento mágico el sonido de la plaza queda enmudecido y comienzan a sonar las campanadas.
Yo imito a mis compañeros y engullo las frutas al ritmo que nos marca el reloj. Solo me atraganto 4 ó 5 veces hasta que me las consigo acabar… un minuto más tarde.
Estallan los gritos y las risas.
Todos nos abrazamos y nos besamos como si nos conociéramos desde siempre y abajo la gente aplaude desenfrenada. ¡Qué maravilla de noche!
Los de mi clan me dicen que ahora empieza lo mejor y que nos vamos de fiesta. No hacen más que rellenar mi vaso de calimocho y yo solo puedo sentirme cada vez más feliz.
Con la vista algo borrosa, cojo el intercomunicador y escribo a mis padres. «Papás, lo siento pero no voy a regresar. Me quedo en mi apartamento con vistas a la Puerta del Sol».
Os envió la felicitación de nuestros representantes de VIVALTA en la tierra.
!!FELIZ AÑO NUEVO¡¡