28/06/2025
“Compartir piso era buena idea… hasta que llegó él” 😬 Qué hacer si uno de los inquilinos se convierte en una pesadilla (y no puedes echarlo así como así)
“Compartir piso era buena idea… hasta que llegó él” 😬
Ana no es la dueña del piso. Ni la casera, ni la que cobra. Solo una inquilina más, compartiendo casa en Ruzafa con otras dos personas. Firmaron las tres el mismo contrato, confiando en que todo iría bien. Buen ambiente, risas, turnos para limpiar… lo normal.
Hasta que la casa se convirtió en una pesadilla con patas.
El nuevo compañero –llamémosle Juan– empezó bien. Pero los dos meses, dejó de recoger su basura, y su novia (que no vivía allí oficialmente) se convirtió en una residente más, con todo lo que eso conlleva: duchas infinitas, peleas nocturnas y cero respeto.
Compartir piso puede ser una experiencia genial... hasta que alguien rompe la armonía (y quizá algo más).
¿Se puede echar a alguien?
Si todos están firmados bajo el mismo contrato, la cosa es colectiva.
Esto significa que si uno incumple alguna condición (por ejemplo, no paga el alquiler o causa problemas), el arrendador podría decidir terminar el contrato y echar a todos, no solo al que incumplió las condiciones. Sin embargo, en estos casos, lo habitual es que si solo un inquilino da problemas, el casero intente echarle únicamente a él.
Pero si solo algunos están en el contrato (o se acuerda contrato por habitación), el casero puede pedir que se vaya quien incumpla. Y si no se va... se avisa, y puede rescindir todo o solo a él.
¿Estáis todos en el contrato? Entonces… Houston, tenemos un problema
🔑 Si ese compañero figura en el contrato de alquiler como uno más (es decir, contrato solidario), tiene los mismos derechos que tú.
- No puedes echarlo tú.
- El casero tampoco puede echarlo sin iniciar un proceso legal.
- Y si hay que rescindir el contrato, os toca a todos por igual.
Sería algo así como firmar una hipoteca con tu mejor amigo y luego decir que ya no le aguantas. Difícil salida.
El caso del contrato por habitaciones
En los pisos donde el casero alquila habitaciones individuales con contratos por separado, todo es más flexible.
El alquiler de habitaciones no se encuentra regulado en la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), sino que se rige por el principio de libertad de pactos establecido en los artículos 1554 y siguientes del Código Civil.
Así, las condiciones relativas al precio, la duración del alquiler y las causas de finalización se establecen mediante acuerdo expreso entre las partes.
Entre los motivos más frecuentes y amparados por la ley que justifican la expulsión de un inquilino destacan:
- El impago de la renta.
- El subarriendo no autorizado de una habitación.
- El incumplimiento de las normas de convivencia acordadas entre los inquilinos.
Aquí no hace falta que el resto esté de acuerdo: el contrato es entre el propietario y el inquilino de esa habitación. Punto.
En este caos, ¿qué puede hacer un propietario si uno da problemas?
- Documentar todo: quejas de otros inquilinos, impagos, fotos, mensajes…
- Comunicar de forma oficial: requerimiento escrito, con plazo de subsanación o salida voluntaria.
- Evaluar el contrato: ¿es conjunto? ¿es individual? ¿hay anexos?
- Consultar con profesionales: la mediación legal puede ahorrar muchos disgustos (y facturas de cerrajero).
Y si eres inquilino atrapado en el infierno compartido…
💬 Habla primero con el propietario. Si ve que hay un conflicto real, probablemente esté dispuesto a renegociar el contrato.
Eso sí, nada de “echarlo nosotros por las buenas”. Porque entonces te puedes meter tú también en un lío.
¿Todo esto te suena demasiado familiar?
Gestionar un piso compartido requiere más que fiarse de “la buena voluntad”.
Lo primero que recomendamos siempre: prevenir con contratos claros, cláusulas bien redactadas y una estrategia que cubra lo imprevisto. En Vivalta diseñamos contratos inteligentes, gestionamos problemas y ponemos orden sin dramas.
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